domingo, 27 de marzo de 2011

Ciclico.

Te apareces por aquí de cuando en cuando. Y en ese tiempo de silencio me voy convenciendo de que mis sospechas son absurdas; no puedes ser tú. Me voy convenciendo de lo surrealistas que son mis pensamientos y de mi propia locura.

Y cuando más convencido estoy, vuelves a romper el silencio. Todo esto es cíclico. Y cuando más tranquilo estoy, cuando ya me he olvidado de ti y desisto en mi empeño de intentar averigüarte, aparecen señales que me llevan directamente hasta ti, sin dejar ninguna otra posibilidad. Señales tan obvias que son innegables. Que resaltan sin remedio.

Lo curioso es que nunca he sospechado de nadie diferente, pero no puedo creer que seas tú. No entiendo por qué harías algo así. Qué quieres. Esa es la verdadera incógnita. Tu manera de actuar me deja en la más profunda incompresión. Es como si estuvieras luchando por que te viera y por que no te viera al mismo tiempo. Me desconcierta.

Al menos, podré consolarte diciéndote que has conseguido una parte de lo que querías: no tengo la menor idea de quién eres. Sigues perfectamente oculta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario