Los días pasaban lentos, preciosos, terminábamos las tardes en terrazas con vistas al mar, vivir era puro amor. Como estar de vacaciones en medio la rutina, explorar la ciudad y merendar en un banco al lado de la playa. Como aquella vez que aparecimos en un apartamento de París y decidimos recorrer la ciudad de la mano. O cuándo cogimos el autobús en Cagliari que nos llevó a la playa. Con la sensación de estar en total armonía con el mundo. Como bajar a mi casa desde la tuya a las 8 de la mañana muerto de sueño, pero radiante, recordando que dormir a tu lado es el mejor de los placeres. Las veces que despertamos en sitios desconocidos riéndonos juntos, y las tostadas para desayunar. Cuando me miras desde el objetivo de la cámara riéndote de mi pelo despeinado. Como la felicidad vestida de domingo, de lunes, de martes, y de todos los días si son a tu lado.
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